Hoy en día está en boca de todos hablar de transformación digital y la importancia de adaptarse a las nuevas tecnologías digitales, pero, eso es solo una pequeña porción del problema…la verdadera dificultad no es la propia digitalización sino la gestión del cambio en sí, cualquier tipo de cambio dentro de una compañía.

Hoy en día las empresas se enfrentan a al mismo problema que siempre, adaptarse, como si de un ser vivo se tratara aprendiendo a desenvolverse en su entorno, moviéndose por diferentes territorios, relacionándose con otros, conviviendo, cooperando…en definitiva entendiendo y aprendiendo del entorno para poder crecer, vivir y no solo sobrevivir.

En este sentido una de las prioridades del sector logístico es sin duda enfrentarse a una fuerte competencia, que se traduce en márgenes muy ajustados, éstas, se defienden con intensidad con propuestas de valor diferenciadoras y un intento por aumentar la rentabilidad de las operaciones con equipo humano más talentoso y una mejor tecnología.

Readaptar las relaciones comerciales, los servicios, la organización, los procesos, los equipos y la tecnología es indispensable para continuar en la ola del sector.

¿Por qué cambiar?

Bueno, desde el punto de vista empresarial si se siguen haciendo las cosas exactamente como siempre del mismo modo solo obtendremos como máximo los mismos resultados, la empresa deja de evolucionar y se estanca, por lo que solo puede aspirar a una lenta agonía hasta desaparecer, en el mejor de los casos.

Analizar, arriesgar, invertir y repetir parece un mejor plan. Puede que muchos planes fracasen, pero seremos más listos, y podremos afinar el tiro y minimizar el riesgo la próxima vez. Quedarse quietos no parece una opción.

¿Qué diferencia hay con respecto al antes?

Los tiempos, el entorno, los actores, las necesidades, los clientes, la tecnología, la sociedad…. todo está en constante cambio y a una velocidad de vértigo, cuando detectamos una necesidad de mejora toca analizarla, preparar un plan, ponerse a ello y para cuando lo hemos conseguido… ya está obsoleto e inservible, vuelta a la carrera.

Apenas hemos rentabilizado un cambio de adaptación que ya toca volver a hacerlo o estaremos fuera de mercado.

¿Cómo gestionar el cambio?

Las empresas jóvenes lo tienen algo más fácil, están más adaptadas a la filosofía de cambio rápido y sus estructuras ya nacen con flexibilidad operativa.

En el caso de empresas de gran tamaño, existen procesos y organizaciones internas muy eficientes pero rígidas y anticuadas, tecnologías exprimidas al máximo, pero desfasadas y un equipo de trabajo que ha mantenido un modus operandi durante 10,15 o 20 años el cual no es nada fácil de cambiar de la noche a la mañana.

El miedo al cambio de produce cuando no se entiende bien cuál es el motivo y la finalidad de este y, obviamente, la imposición no es una opción viable. Por eso es de extrema importancia hacer entender en qué se van a traducir los cambios que se avecinan, así como las ventajas que puede aportar a medio-largo plazo, siendo conscientes de que, en grandes empresas, no existen cambios a corto plazo, pues cada uno tiene su ritmo de adaptación.

Para facilitar y acelerar este cambio de mentalidad, es esencial contar con ayuda externa de perfil coach o psicológico, que ayude a entender, en pequeños grupos y varias sesiones, que el cambio es algo positivo para sus vidas a nivel general , que la vida no es una línea recta, que cambia y hay que moverse con esos cambios, adaptarse.

Con esta mentalidad ellos solos asumirán sin problema los nuevos retos que les planteen las compañías.