¿Puede el ferrocarril salvar las cadenas de suministro globales?

La industria ferroviaria de carga europea ha experimentado un declive constante en los últimos 70 años. Sin embargo, la balanza podría estar a punto de cambiar. Además de la ambición de la UE de invertir la tendencia, nuevos factores posicionan al ferrocarril como potencial solución de la crisis logística.

Hay dos formas de interpretar la crisis de suministro que afecta hoy a todos los rincones del mundo: como un punto transitorio hacia la antigua normalidad o como un punto de inflexión hacia un futuro más sostenible.

Reflexionando sobre esta última visión, ya en 2011 la Comisión Europea veía en el ferrocarril una solución idónea para hacer frente al reto medioambiental. En esta línea, fijaba que para 2030 el 30% de la carga que se transportaba por carretera debía traspasarse a otras modalidades, como el tren.

Tales objetivos han sido ratificados recientemente por estados miembros como España, tras anunciar una inversión de 1.500 millones de euros para mejorar el transporte intermodal.

Sin embargo, ahora el reto es mayor. Inmersos en una situación sin precedentes, cada vez son más las voces que abogan por aumentar el peso del ferrocarril en la ecuación logística. Y no es para menos, los acontecimientos de los últimos meses han corroborado el potencial de esta modalidad.

El sistema logístico el ojo del huracán

Las previsiones de crecimiento, lentas pero seguras, posicionan al transporte de mercancías por ferrocarril en línea con los objetivos de construir un sistema más verde, digital y resistente a futuras crisis.

De hecho, este último punto ha traído a primera línea la modalidad de transporte que más preocupa a la Unión Europea.

La presión a la que se están viendo sometidas las cadenas de suministro globales posiciona al ferrocarril como potencial solución de muchos de los ‘focos problemáticos’ de la logística internacional.

El respaldo de la pandemia

A pesar del impacto sanitario y económico del coronavirus, la pandemia trajo consigo un impulso decisivo sobre el ferrocarril que sigue notándose dos años después de su irrupción.

El transporte de mercancías por ferrocarril demostró ser notablemente resistente durante la pandemia de coronavirus. Mientras los aviones de todo el mundo quedaban en tierra y a algunos buques de carga se les negaba la entrada a los puertos, los trenes continuaron sus rutas transcontinentales desde China a Europa casi sin interrupciones, en ocasiones transportando suministros vitales.

Esto puso sobre la mesa no solo las ventajas del uso de esta modalidad, también las barreras que afronta su necesario crecimiento.

El impulso de un barco encallado

A pocos días de cumplir el aniversario del atasco del Canal de Suez, no podemos dejar de lado el impacto que este particular suceso tuvo sobre el peso del ferrocarril.

Después de un sólido 2020, el bloqueo de la ruta comercial continuó la trayectoria ascendente del ferrocarril y la intermodalidad. ¿El resultado? Un nuevo aumento en la demanda de trenes de carga entre China y Europa después del incidente, ya que los clientes buscaron opciones estables y seguras para asegurar sus acuerdos.

Resolviendo problemas estructurales

La crisis de la cadena de suministro ha venido acompañada de otro desafío, en este caso estructural: la falta de conductores. Frente a un reto que requiere de una solución a largo plazo, con una mayor implicación público-privada, el ferrocarril se postula como un candidato ideal.

De hecho, en España, solo entre el Puerto de Valencia y Madrid, esta modalidad ya saca de la carretera a 160.000 camiones anuales, aliviando la presión que la escasez de mano de obra está generando sobre la logística nacional.

Solución verde para una logística a largo plazo

Además de postularse como la solución ideal en todas estas situaciones puntuales y estructurales, el ferrocarril también es capaz de responder al reto de la sostenibilidad.

Este medio emite entre cinco y siete veces menos CO2 que el transporte por carretera. Así, mientras el ferrocarril emite entre 16-18,8 gCO2/tkm, el transporte en carretera alcanza los 140 gCO2/tkm.

Según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), en España, el sector del transporte es el responsable del 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que comprende CO2 y otros gases.

De este porcentaje, únicamente un 0,1% del total de las emisiones corresponde al ferrocarril.

Momento de invertir la tendencia

A pesar de las ventajas demostradas por esta modalidad, en nuestro país la cuota del transporte ferroviario de mercancías ha descendido en los últimos años. Actualmente, esta se sitúa entorno al 4%, por lo que es fundamental desarrollar una estrategia para conseguir un modelo de negocio sostenible.