Si hay una certeza en el mundo de la que podemos estar seguros, es de que la sociedad en la que vivimos está en constante cambio. Las relaciones interpersonales, los flujos de producción, las tecnologías… Todo va variando y transformando nuestra forma de vivir y de trabajar. Y más en un contexto en el que la digitalización y las nuevas tecnologías se han integrado en nuestro día a día a un ritmo vertiginoso en lo que muchos expertos han venido llamando una cuarta revolución industrial.

Una revolución que, por supuesto, está afectando también a un sector como es el logístico, que ha estado siempre en constante movimiento, intentando adaptarse a las necesidades de cada momento y mejorar la productividad y la eficiencia de los procesos. Pero, ¿cómo hemos cambiado?

La evolución de la logística a través de la historia

La logística va siempre asociada a muchos términos distintos: cadena de suministro, transporte, operaciones, aprovisionamiento, supply chain… Una variedad de conceptos que crean confusión, pero que no dejan de ser parte todos ellos de este sector tan amplio en el que nos movemos. Y lo han sido desde el principio.

Para entender el origen de la logística tenemos que remontarnos a los tiempos de la antigua Grecia y el Imperio Romano. Es allí donde encontramos por primera vez la palabra «logística», un término con origen militar que hacía referencia precisamente al suministro, en este caso de municiones y armas. Los «logistikas» eran los oficiales militares encargados de abastecer al ejército, personas muy preparadas que destacaban por sus conocimientos matemáticos y su gestión de las mercancías.

Desde ese momento, lo que entendemos por logística fue evolucionando hacia englobar todas aquellas labores de aprovisionamiento y distribución que intentase satisfacer cierta necesidad del ser humano. Y de la misma forma que evolucionó la palabra, fue también evolucionando la propia actividad. Hasta que con la aparición de la industria adquirió un significado próximo a lo que podemos entender hoy como sector. Pero aún constituida ya como una actividad económica concreta, la logística no ha dejado de experimentar cambios constantes. Así por ejemplo, en los años 60 se sufrió una transición importante al desarrollarse los primeros centros de distribución y transporte, y durante los 80 empezó a cambiar el modelo de trabajo al darse más importancia a los plazos de entrega, la gestión de recursos y el servicio al cliente. Por ese motivo se incrementó la productividad de las plantas distribuidoras y se racionalizaron las labores de transporte.

Además, con la entrada en la partida de la globalización, todas las reglas del juego cambiaron. Ya no se trataba de almacenar y distribuir a nivel local las mercancías de toda la vida. Ahora había que abrir la mente a operaciones a escala mayor, con un aumento de la demanda y el nacimiento del reparto internacional. Revoluciones que conllevaban adaptarse al nuevo modelo o desaparecer. Y esto trajo consigo un cambio en todo el flujo de trabajo. Muchos centros de producción se trasladaron a lugares en los que la fabricación es más barata, pero que por contra hace necesario que la logística sea más compleja y esté más preparada, pues hay que gestionar toda esa producción y trasladarla a los lugares de consumo. De esta forma la necesidad principal deja de ser el propio suministro y se empiezan a valorar aspectos relacionados con él como la eficiencia, la rapidez en la entrega, la competitividad…

La digitalización: verdadero motor del cambio

Sin embargo, si tenemos que señalar un hito que ha marcado un antes y un después en el sector de la logística es la aparición de las nuevas tecnologías. Con los avances conseguidos en los últimos años, la capacidad para medir y controlar todo lo que sucede a lo largo de la cadena de suministro ha aumentado exponencialmente y, con ello, la capacidad para desarrollar formas para mejorarla y, por tanto, la competitividad.

La informática, el desarrollo de sensores, los sistemas de trazabilidad, el GPS y los programas de gestión de rutas, los códigos QR… Todos los avances que surgen se han ido aplicando de una forma u otra al sector, mejorando su desempeño y posicionando la logística ya no como un departamento que cumple la función última de distribución, sino como toda una ventaja competitiva y un factor que puede ser clave para el crecimiento de las empresas. La logística se ha convertido en todo un proceso transversal para posicionar a las empresas y satisfacer al cliente, que busca gestionar de forma eficiente y, sobre todo, persigue tener el máximo control y ofrecer la máxima información al cliente. La rudimentaria necesidad de suministrar armamento a las milicias clásicas se ha convertido en una necesidad de que el consumidor sepa en cada momento dónde está exactamente el producto que ha comprado. Y todo ello se ha traducido en mayores beneficios, una mayor eficiencia, la posibilidad de ofrecer servicios complementarios, una mayor sostenibilidad…

Y toda esta revolución ha sido resultado, como hemos dicho, de la digitalización. Muchas tecnologías se han incorporado en la cadena de suministro, aunque podemos destacar tres que han generado tal impacto que ha transformado el sector logístico por completo:

 

  • El eCommerce: el comercio electrónico ha cambiado radicalmente la forma de consumir de los clientes. Ahora pueden comprar cualquier cosa, desde cualquier sitio y en cualquier momento, y la logística tiene que estar preparada para poder satisfacer su demanda y entregar sus pedidos. Esto ha supuesto un enorme desafío para el sector, al tener que desarrollar métodos de entrega más rápidos y baratos, ampliar el tamaño de los almacenes para poder gestionar todos los pedidos, contar con formas de transporte internacional, desarrollar centros de devolución…
  • El big data: hace referencia al tratamiento masivo de datos y tiene una gran incidencia en el sector del suministro ya que nos permite conocer los gustos y preferencias de los consumidores y, así, adaptar la cadena logística para satisfacer las necesidades reales, priorizando así el servicio al cliente sobre la propia producción. Y esto permite a las empresas ser mucho más competitivas ya que, en un mundo globalizado con tantas posibilidades, el cliente es mucho más exigente y quiere un mejor servicio.
  • El Internet de las Cosas: nos permite conocer a tiempo real el estado de las mercancías, seguir los repartos por geolocalización, controlar y responder a los riesgos asociados a la cadena de suministro…

Estos avances han cambiado radicalmente el modelo de consumo y la forma de trabajar en el sector en general. Pero a todo ello debemos sumarle además todos los avances que se han ido implementando en cada una de las piezas que conforman el sector: tecnologías de gestión en los almacenes, nuevas formas de transporte, vehículos automatizados, nueva maquinaria… Y toda esta nueva tecnología ha tenido además un gran impacto en los profesionales del sector, ya que se han tenido que adaptar a estos cambios y adaptar sus roles a la nueva demanda y a la nueva forma de trabajar. Pero además se han creado nuevos puestos de trabajo y perfiles que antes no existían, para poder hacer frente a todas esas novedades y contar con personal que esté especializado y preparado para manejar esas nuevas tecnologías.

La sostenibilidad: un reto que antes no existía

A toda esta transformación digital se le ha sumado además otro factor que antes no se tenía en cuenta: el cuidado del medio ambiente. Desde hace años, la sostenibilidad es una pieza clave en todas las empresas, incluidas las de logística. Y más en un sector que tradicionalmente ha sido altamente contaminante: el carburante de los transportes, las emisiones de las plantas de distribución, los residuos de cartón y plástico producidos por los embalajes… Esto ha hecho que el sector tenga que adaptarse y afrontar el reto de volverse más sostenible y eficiente, abordando lo que viene en llamarse una «logística verde» que ha llevado a la implantación de nuevos vehículos (eléctricos, híbridos, de gas…), la reducción de embalajes, la búsqueda de formas más sostenibles de entrega y la aparición de micro-hubs, el implemento de tecnologías que ayuden también a reducir las emisiones…

¿Qué podemos esperar en el futuro logístico?

Por si todos estos retos y transformaciones no fuesen suficientes, nos encontramos también con una crisis sanitaria mundial provocada por el coronavirus que ha hecho tambalearse todo el sistema económico mundial y ha hecho necesario plantearse la forma de operar y buscar nuevos modelos de trabajo que, sin duda, van a quedarse ya de cara al futuro. Todas las empresas han acelerado su digitalización para poder seguir operando en condiciones tan adversas, las navieras y los puertos han tenido que modernizarse y buscar nuevas formas de operar, el sector del comercio online ha crecido exponencialmente, las medidas higiénico-sanitarias que exigen los consumidores han cambiado… Y todo esto repercutirá al sector a corto y largo plazo.

En este contexto, ha crecido mucho el comercio electrónico, aumentando hasta un 30% durante la pandemia. Este crecimiento va a seguir siendo importante en los próximos años, con un porcentaje de internautas cada vez mayor. Este crecimiento llevará también a rediseñar las cadenas de suministro y a afrontar nuevos cambios operativos en los procesos de almacenaje y transporte. Además, los clientes también han cambiado, y esta evolución va a plantear grandes retos a los que habrá que dar respuestas cada vez más rápidas y flexibles. Unos clientes querrán entregas más rápidas y otros estarán más preocupados por la sostenibilidad, y la logística tendrá que buscar la forma de seguir dando respuesta a todos ellos para poder seguir siendo competitivos.

Además, la transformación digital de la que estamos hablando no va a detenerse, y va a seguir siendo uno de los factores fundamentales que hagan cambiar las áreas logísticas con los cambios en la conectividad, la implantación del 5G y la aparición de nuevas herramientas y modelos de trabajo que aún ni nos imaginamos. Esta transformación tecnológica generará además la necesidad de especializar aún más a los trabajadores, teniendo que adaptarlos al nuevo entorno y creando todavía más perfiles nuevos.

En definitiva, el sector de la logística ha sido un sector en continuo cambio desde sus orígenes, y va a seguir siéndolo en el futuro. Hemos evolucionado hacia un modelo más ágil, eficiente, transparente, organizado, seguro e interconectado, y las nuevas tecnologías han permitido mejorar todos los procesos implicados y, con ello, la experiencia del usuario. Y en vista de que esta tendencia va a seguir así, a las empresas y trabajadores logísticos se les presenta un reto ya tradicional: renovarse o morir.