Hace un tiempo, un colega del sector, un “sufridor” de lo que supone una implantación de un ERP en su compañía, me envió un artículo relacionado con la gestión del cambio que me hizo reflexionar sobre el modo en que vemos los cambios.
Lo que realmente me hizo “despertar” del texto, es que me lo mandará él a mí y no al revés. En esta relación de aliados tecnológico-logístico, es mi labor entender bien el reto al que se enfrentan, dotar de todas las herramientas posibles para el éxito del proyecto, así como exponer muy bien el reto y hacer entender el valor del sobre esfuerzo que va a realizar la compañía sufridora y el valor del cambio continuo.
En este caso, sabía mucho mas de gestión del cambio él que yo, y mi postura fue la de observar, aprender y ayudar en todo lo que pudiese en el proyecto, por el éxito de futuros. A lo largo de los años he entendido el cambio como algo positivo en mi vida, mudanzas, retos profesionales, cambios de hábitos, ocio, etc…casi siempre de la mano de la tecnología. Se podría decir que me apasiona “construir” digitalmente, y que no tengo miedo a, una vez a cumplido su función, destruir y volver a empezar.
Cambio de ERP
Al introducirme al sector logístico por la rama del proveedor de tecnología, he visto la peor cara de dicho cambio: Un cambio de ERP para una compañía logística.
Es mucho más que un cambio, pone en tensión todo el proceso de instalación del mismo, una parametrización, configuración y desarrollos que tienen que adaptarse a los últimos 20 años de adaptaciones de anteriores soluciones. Pone en duda los procesos de la compañía, las rutas operativas, la forma de comunicarse interna y externamente etc. No supone solo instalar un nuevo programa y aprender a usarlo, es un vuelco a la forma de trabajar, de entender un escenario cada vez más complejo, competitivo y tecnológico, año a año.
Además, a esta receta le tenemos que sumar el componente más importante, el humano. Y es que, cuando realizas un cambio de este calibre solo hay una manera de tener éxito, y es con el apoyo y el sobreesfuerzo de los profesionales de la compañía. Sin ellos remando en la misma dirección, ningún cambio es posible. Para ello hay que saber transmitirles muy bien los beneficios, no solo de este cambio, sino de futuros.
¿Crisis o revolución?
En este punto, es donde rescato el texto que el cliente me envió. Hacía referencia hacía a un discurso de Genis Roca:
Jorge Wagensberg decía que si alguna vez observamos algo que ni se mueve, ni cambia, más vale que nos acerquemos a tocarlo para comprobar que no se haya muerto, porque lo inherente a la vida es el cambio. Todo cambia, y si no lo hace, mala señal.
El texto continuaba y la fuerza del discurso residía en la forma que tienen las personas de ver el cambio en sus vidas, que según el prisma podíamos llamarlo de dos formas: crisis o revolución.
Cuántas veces he oído la palabra crisis en los últimos años en este tipo de proyectos y cuántas revolución… cientos la primera, muy pocas la segunda.
No desarrollaré el motivo por el cual hay que ver un cambio de cualquier tipo – en este caso un cambio tecnológico – como una revolución y no como un momento de crisis. Parece difícil, y más cuando se parece a cambiar los motores de un avión 747 en tiempo récord mientras éste se encuentra en pleno vuelo de Madrid a Vigo con pasajeros y cargamento, sin descuidar la calidad de los servicios a bordo. Lo dejo a vuestra reflexión.
Lo que sí puedo decir es que a partir de ahora, cuando me encuentre en un proceso de digitalización con una compañía, les trataré de transmitir que el proyecto al que nos enfrentamos no es un cambio de ERP ni los problemas que resulten son momentos de crisis, es una revolución empresarial, continua. Que el valor de pasar por estos procesos se apreciará pasados unos años y, además, pasados esos años, tendrán que pensar en la siguiente etapa.
En el caso de este «sufridor», el proyecto se canceló y fue abortado. Pero el fracaso, en este caso, no fue abortarlo, hubiera sido continuarlo. De este proyecto aprendí que hay que luchar por el éxito de los proyectos pero, en ocasiones, el éxito está en reconocer que no somos la mejor opción.
Si no aceptamos que el modelo de vida actual es mejora y cambio continuo personal, familiar, profesional y/o empresarial, mejor será no tocar nada y no moverse, pero…no lo recomiendo.
¿Vamos a por ello?
Consultor en Tecnologías para Logística y Cadena de Suministro